Sexto, seguimos con el mismo modelo de Estado ruinoso. Tenemos comunidades autónomas ultra-endeudadas que no pagan a proveedores (pymes en su mayoría) por lo que éstas se ven obligadas a cerrar. A lo que habría que añadir la fragmentación del mercado interno español en diecisiete “mercaditos”, lo que dificulta la actividad de las empresas.
Sin la inmigración masiva no se hubiera hecho esta reforma
Séptimo, seguimos con el mismo modelo económico basado en una economía tercermundista: sector servicios con bajos salarios y endeudamiento creciente. Hace treinta años, cuando se decidió (mejor dicho, se nos impuso) desguazar nuestra industria y nuestra agricultura, se nos dijo que el turismo cogería el relevo. Cuando se vio que el turismo no era suficiente se apostó por la construcción, por lo que los precios de los pisos empezaron a subir. Al ser un bien básico, mucha gente se tuvo que endeudar para adquirir una vivienda. Al abandonar de manera gradual la economía productiva a favor de la especulativa, las rentas del trabajo (es decir, el dinero que tienen en el bolsillo las clases medias y trabajadoras) disminuyeron y por lo tanto su capacidad de compra, lo que también contribuyó a que se endeudaran más.
En cambio, las rentas del capital aumentaron, pero parte de ese capital se dedicó a actividades especulativa financieras, en vez de dedicarlo a crear empresas productivas, ya que en las actividades especulativas financieras la posibilidad de hacer grandes beneficios y a más corto plazo es mayor, pero también lo son los riesgos. Aunque también es cierto que los riesgos siempre son menores si en caso de problemas sabes que el gobierno saldrá a rescatarte (con el dinero de los demás, por supuesto) Este trasvase de la economía productiva a la especulativa se ha visto aumentado con la bajada de los impuestos a los ultra-ricos (mientras se les sube al resto de la población) y la vista gorda que todas las administraciones han hecho al inmenso fraude fiscal que cometen estos ultra-ricos. Por desgracia, las primeras medidas del PP, tanto a nivel nacional, como regional y municipal van dirigidas a perpetuar este mismo modelo económico tercermundista, por lo que España seguirá expulsando trabajadores cualificados y atrayendo a inmigrantes de baja cualificación. De ahí la necesidad de reducir salarios para ser más “competitivos” en el mercado global, aunque ya se ha dicho muchas veces que, por mucho que se bajen, nunca vamos a poder competir con chinos y marroquíes por esa vía, así que tan importante como una reforma laboral es una reforma empresarial que nos lleve a otro modelo productivo a medio plazo.
Octavo, la flexibilidad puede ser buena para crear empleo, pero si se lleva a un límite excesivo lleva a los trabajadores a una inseguridad laboral tal que consumirán lo mínimo por miedo a ser despedidos en cualquier momento. Además, será más fácil que jóvenes parejas se vean obligadas a trabajar en ciudades distintas y que no tengan dinero para acceder a una vivienda. Toda esta precariedad hará que los jóvenes retrasen al máximo la edad para tener hijos (los que puedan tenerlos) por lo que nuestra tasa de natalidad seguirá por los suelos, lo que hará que la importación masiva de inmigrantes continúe.
En cambio, las rentas del capital aumentaron, pero parte de ese capital se dedicó a actividades especulativa financieras, en vez de dedicarlo a crear empresas productivas, ya que en las actividades especulativas financieras la posibilidad de hacer grandes beneficios y a más corto plazo es mayor, pero también lo son los riesgos. Aunque también es cierto que los riesgos siempre son menores si en caso de problemas sabes que el gobierno saldrá a rescatarte (con el dinero de los demás, por supuesto) Este trasvase de la economía productiva a la especulativa se ha visto aumentado con la bajada de los impuestos a los ultra-ricos (mientras se les sube al resto de la población) y la vista gorda que todas las administraciones han hecho al inmenso fraude fiscal que cometen estos ultra-ricos. Por desgracia, las primeras medidas del PP, tanto a nivel nacional, como regional y municipal van dirigidas a perpetuar este mismo modelo económico tercermundista, por lo que España seguirá expulsando trabajadores cualificados y atrayendo a inmigrantes de baja cualificación. De ahí la necesidad de reducir salarios para ser más “competitivos” en el mercado global, aunque ya se ha dicho muchas veces que, por mucho que se bajen, nunca vamos a poder competir con chinos y marroquíes por esa vía, así que tan importante como una reforma laboral es una reforma empresarial que nos lleve a otro modelo productivo a medio plazo.
Octavo, la flexibilidad puede ser buena para crear empleo, pero si se lleva a un límite excesivo lleva a los trabajadores a una inseguridad laboral tal que consumirán lo mínimo por miedo a ser despedidos en cualquier momento. Además, será más fácil que jóvenes parejas se vean obligadas a trabajar en ciudades distintas y que no tengan dinero para acceder a una vivienda. Toda esta precariedad hará que los jóvenes retrasen al máximo la edad para tener hijos (los que puedan tenerlos) por lo que nuestra tasa de natalidad seguirá por los suelos, lo que hará que la importación masiva de inmigrantes continúe.
Noveno, el impacto de la inmigración masiva en nuestro mercado laboral. Esta reforma laboral no habría sido aprobada nunca si en España no hubiera siete millones de inmigrantes. Empresarios, banqueros y liberales veían con simpatía esta entrada masiva de mano de obra barata porque les permitiría conseguir lo que acaban de hacer: bajar sueldos y precarizar el mercado laboral. Es indignante ver a sindicalistas, comunistas y socialistas clamando contra esta reforma laboral cuando ellos han sido cómplices directos al contribuir a traer a esta oleada humana. El colectivo inmigrante, el que venía “a pagarnos las pensiones” y a “trabajar donde los españoles no quieren” padece una tasa de paro del ¡¡35%!!, con más de 1,2 millones de inmigrantes en el paro según la Encuesta de Población Activa, dato que nunca jamás darán los grandes medios de comunicación, sean de izquierdas o de derechas, mientras nos machacan todos los días con el 45% de paro juvenil, ignorando además que hay una relación directa entre la presencia masiva de inmigrantes y el paro juvenil español, ya que los inmigrantes han ocupado todos los trabajos que siempre habían hecho los jóvenes españoles (agricultura, hostelería, comercio, repartidor...) mientras se preparaban para adquirir mayores cualificaciones laborales. Hasta que no se reduzca la población activa y no se devuelva a su país a los dos o tres millones de inmigrantes que sobran, esto no se va a arreglar.
Décimo, los elevados costes energéticos también son un grave problema para la economía española y es muy dudoso que el PP, partido al servicio de los grandes lobbies energéticos españoles, vaya a hacer nada por cambiarlo. De momento, la luz, el gas...todo sigue subiendo y lo próximo será el petróleo, si hay un conflicto con Irán y este país decide embargar el petróleo a España como represalia, tras el absurdo seguidismo que estamos haciendo de la política anti-iraní de USA e Israel.
No queremos acabar sin mencionar varios puntos de la reforma laboral que consideramos especialmente graves, como la posibilidad de despedir de manera casi libre con sólo 20 días de indemnización y 12 mensualidades, lo que servirá para conseguir uno de los principales objetivos de la reforma: despedir a trabajadores fijos que gozaban de una buena situación laboral, para sustituirlos por jóvenes o inmigrantes, pero que estarán en condiciones mucho peores.
La posibilidad de que el empresario pueda cambiar de manera unilateral las condiciones del contrato, incluido el salario (siempre que no afecte a más del 10% de la plantilla) y que pueda imponer las condiciones que quiera en caso de tener una bajada de ingresos durante dos trimestres seguidos (lo que puede ocurrir aún teniendo beneficios), abre la puerta a los abusos, a lo que hay que añadir que esta última condición, en este momento, la cumplen la inmensa mayoría de las empresas españolas, pero no por culpa de la ley laboral, sino en muchos casos por falta de financiación y de demanda. De la misma manera, la rescisión de los convenios colectivos a los dos años si no se llega a un acuerdo sobre su renovación, abre la puerta a que el empresario deje caducar dicho convenio para luego imponer las medidas que le vengan en gana. Esta es una medida que beneficiará en especial a las grandes empresas. Se da más poder a las ETTs, lo que aumentará la precariedad laboral y por último, la reforma se olvida por completo de los parados entre 30 y 45 años.
En resumen, el objetivo de la reforma es, a corto plazo, despedir, bajar salarios y contentar a Angela Merkel y a los “mercados” (aunque la primera reacción de los mismos a la reforma ha sido bajar la calificación de la deuda española) ¿Se creará trabajo a medio-largo plazo? No lo sabemos. Lo que sí sabemos es que será un trabajo precario y mal pagado y que, como siempre, estas reformas laborales, que se nos presentan como “excepcionales” para crear empleo en un momento muy concreto de crisis, al final acaban quedándose para siempre.
Décimo, los elevados costes energéticos también son un grave problema para la economía española y es muy dudoso que el PP, partido al servicio de los grandes lobbies energéticos españoles, vaya a hacer nada por cambiarlo. De momento, la luz, el gas...todo sigue subiendo y lo próximo será el petróleo, si hay un conflicto con Irán y este país decide embargar el petróleo a España como represalia, tras el absurdo seguidismo que estamos haciendo de la política anti-iraní de USA e Israel.
No queremos acabar sin mencionar varios puntos de la reforma laboral que consideramos especialmente graves, como la posibilidad de despedir de manera casi libre con sólo 20 días de indemnización y 12 mensualidades, lo que servirá para conseguir uno de los principales objetivos de la reforma: despedir a trabajadores fijos que gozaban de una buena situación laboral, para sustituirlos por jóvenes o inmigrantes, pero que estarán en condiciones mucho peores.
La posibilidad de que el empresario pueda cambiar de manera unilateral las condiciones del contrato, incluido el salario (siempre que no afecte a más del 10% de la plantilla) y que pueda imponer las condiciones que quiera en caso de tener una bajada de ingresos durante dos trimestres seguidos (lo que puede ocurrir aún teniendo beneficios), abre la puerta a los abusos, a lo que hay que añadir que esta última condición, en este momento, la cumplen la inmensa mayoría de las empresas españolas, pero no por culpa de la ley laboral, sino en muchos casos por falta de financiación y de demanda. De la misma manera, la rescisión de los convenios colectivos a los dos años si no se llega a un acuerdo sobre su renovación, abre la puerta a que el empresario deje caducar dicho convenio para luego imponer las medidas que le vengan en gana. Esta es una medida que beneficiará en especial a las grandes empresas. Se da más poder a las ETTs, lo que aumentará la precariedad laboral y por último, la reforma se olvida por completo de los parados entre 30 y 45 años.
En resumen, el objetivo de la reforma es, a corto plazo, despedir, bajar salarios y contentar a Angela Merkel y a los “mercados” (aunque la primera reacción de los mismos a la reforma ha sido bajar la calificación de la deuda española) ¿Se creará trabajo a medio-largo plazo? No lo sabemos. Lo que sí sabemos es que será un trabajo precario y mal pagado y que, como siempre, estas reformas laborales, que se nos presentan como “excepcionales” para crear empleo en un momento muy concreto de crisis, al final acaban quedándose para siempre.