Líder libio Muamar Gadafi |
Por si se nos había olvidado las guerras perdidas en el tiempo de Afganistán, Irak y a pesar de la época ajetreada que vivimos, inmersa en crisis estructurales del sistema, catástrofes naturales y peligros nucleares entre otras cosas, la "autoproclamada" gendarmeria del mundo comandada por EE.UU., nos vuelve a sobresaltar con otra intervención en uno de esos países con grandes recursos energéticos.
La llamada Comunidad Internacional dictó una resolución más, de esas a las que nos tiene tan acostumbrados, en las que bajo un pretexto poco demostrable y con la careta de defensores de los derechos humanos, han acordado lo que llaman una "zona de exclusión" aérea en el cielo de Libia, con el fin, según ellos de proteger a la sufrida población libia de los ataques indiscriminados del Coronel Gadafi. Lo que traducido, significa, bombardear las infraestructuras y la capacidad defensiva de las fuerzas de Gadafi, con el fin de ayudar a una oposición de intenciones más que dudosas, y quitarse del medio a ese molesto dictador con el que han negociado y comerciado durante años.
Rebeldes opositores a Gadafi con la bandera monárquica´anterior a Gadafi |
Las revueltas de terciopelo de los países árabes, sobre todo en Egipto y Túnez fruto de la ira del pueblo por la subida de los precios de productos de primera necesidad sumado a una deprimente situación de desempleo, desigualdades y pobreza. Han sido disfrazadas y prostituidas por occidente en luchas pro."democráticas", para evitar que esa ira legítima de los pueblos no desembocara en revoluciones pro-islamistas o panarabistas, contra unos tiranos nombrados, financiados y amparados por EE.UU. y UE para tener controlado los recursos energéticos, el avance islámico y el control tanto del tráfico de seres humanos como el de drogas a Europa. Occidente ha controlado esas protestas de tal manera, que tanto Túnez como Egipto, están viendo la sustitución de Mubarak o Ben Alí, por gobiernos de tendencias "liberales", títeres de occidente, que nos hacen recordar a muchos españoles nuestra supuesta "transición", donde la tiranía de uno sólo ha pasado a ser la tiranía de "unos cuantos", rindiendo pleitesía igual e incluso en mayor grado a los mismos intereses internacionales. También, EE.UU, con el "apoyo" a estas protestas, esperaba trasladar la inestabilidad a países no complacientes como Irán y Siria, teniendo muchas similitudes con aquellas revoluciones de terciopelo de algunos países en el Bloque del Este, o más recientemente con la revolución naranja en Ucrania, donde EE.UU. y las potencias occidentales financiaron movimientos plutocráticos para desestabilizar ciertos gobiernos que están alejados de la sintonía occidental.
Seguidores pro Gadafi |
Estos movimientos de Túnez y Egipto se expandieron por cercanía rápidamente a Libia, donde Muamar Gadafi desestimó la demanda de la oposición, el Consejo Nacional, de abandonar Libia en 72 horas. Mientras tanto, en el Consejo de Seguridad de la ONU, por iniciativa de EE.UU. y Gran Bretaña, aprobó en la resolución la creación de una zona de exclusión aérea en el país norteafricano.
Todo esto significa que, aunque el coronel resulte vencedor en esta lucha (su arresto y/o muerte tampoco se excluyen), el país jamás volverá a estar bajo su control. Se lo impedirán las tribus sublevadas, los militares que se pasaron al bando de la oposición, los islamistas que siempre le odiaban y, por supuesto, Estados Unidos.
La situación en Libia no es la misma que en Túnez y en Egipto, donde las protestas se debían principalmente al descontento social de la población. En Libia son otros los factores principales. Probablemente, el primero y principal es que Estados Unidos ha retomado la vieja idea de apartar a Gadafi del poder. Lo intentaron ya en los años 80 pero, tras una serie de fracasos, renunciaron a sus planes. “Desde el punto de vista de los intereses estadounidenses, es preferible tener en Libia cualquier tipo de gobierno menos uno encabezado por Gadafi”, esta fue la conclusión a la que llegaron hace treinta años los servicios de inteligencia de EE.UU.
El periodista Bob Woodward, que tiene acceso a la comunidad de inteligencia estadounidense, describía aquella estrategia respecto al líder libio como una “combinación de acciones prácticas y de desinformación”. Comprendía, entre otras cosas, la propagación de rumores sobre la consolidación de las fuerzas opositoras en Libia y la traición en el entorno del coronel, junto con un programa de intimidación a Gadafi con mensajes sobre una eventual acción militar estadounidense.
A la hora de elaborar esta estrategia EE.UU. apostaba por el receloso carácter del exaltado coronel y su “debilidad psicológica”. Y es de apoyarse en esto, ya que resulta difícil conservar la confianza en las personas habiendo sobrevivido a una decena de atentados, algunos de ellos organizados, además, por amigos muy cercanos.
Muamar Gadafi ya tropezó con esta circunstancia justo después de la revolución antimonárquica de 1969. También en 1975, su íntimo colaborador, compañero del colegio y de armas, Omar Moheishi, urdió un complot contra él. Tras ser descubierto, Moheishi consiguió escapar, primero a Túnez y, más tarde, a Egipto.
Mapa provincias Libias |
Hoy, parece que EE.UU. ha decidido no inventar nada nuevo, simplemente ha desempolvado sus antiguos planes respecto a Libia en cuanto la situación empezó a caldearse por contagio de los países vecinos y con la intervención de la OTAN, se parece mucho a esa famosa estrategia de “combinación de acciones prácticas y desinformación” que tiene por objeto desestabilizar emocionalmente al coronel Gadafi y a su entorno.
La coalición, muy alejada de lo aprobado en la resolución, durante esta primera semana, se ha centrado en el bombardeo de fuerzas militares pro-Gadafi, así como el apoyo desde el aire a los rebeldes del Consejo Nacional. La reacción militar de Gadafi, hay que reconocer que ha sido lenta y torpe, dando un importante tiempo a los rebeldes, hasta el punto de que casi tenían controladas 3/4 partes del país, antes de que el coronel realizase la ofensiva de reconquista. Sin embargo, fracasó en el intento de tomar Benghasi, lo que ha supuesto una cabeza de ataque rebelde, y sobre todo una importante región donde pueden ser suministradas armas a los rebeldes desde Egipto.
En el caso, de que Gadafi, no consiga aplastar a los rebeldes y pierda la guerra, no está nada claro si los sucesores serán capaces de mantener las actuales fronteras que el país obtuvo junto con la independencia conseguida en 1951 gracias al rey Idris. Anteriormente, las tres provincias libias: Tripolitania, Cirenaica y Fezzan, llevaban una existencia prácticamente independiente. Fue el Rey Idris quién, en un primer paso las unió dentro de un reino con un gobierno federal para, posteriormente, hacer la transición a un Estado unitario. La unificación del país pasó por consentir la ubicación de las bases militares occidentales en su territorio y el traspaso de la explotación de los hidrocarburos a las compañías estadounidenses y británicas.
En resumidas cuentas, Libia perdió una gran parte de la tan ansiada independencia.
Sólo Muamar Gadafi llevó a Libia a una autonomía real, con un sistema todavía más centralizado, gracias al nuevo régimen del “Poder del Pueblo” o Yamahiriya.
Ahora, con la guerra civil, en el país ganan peso las tendencias centrífugas. No es sólo cuestión de una manifiesta división geográfica y la desigualdad económica de las tres provincias, de las cuales la más pobre es Fezzan, que no tiene salida al mar, y la más rica es la oriental Cirenaica, con grandes reservas petroleras. Hay que tener en cuenta, además, la compleja estructura social en Libia, donde la mayor parte de los siete millones de habitantes se rigen según las normas tradicionales del derecho tribal. El etnógrafo libio Faraj Abdulaziz Najam apunta que “en Libia viven más de 140 tribus, las familias de las cuales, al menos treinta de ellas, tienen bastante influencia en la región”. Según el experto, unas diez tribus son transfronterizas, es decir, su hábitat se extiende al territorio de otros países como Egipto, Túnez, Marruecos e incluso Chad. Hay algunas tribus nómadas que llegaron desde Arabia Saudita.
El gobierno de Muamar Gadafi siempre dependía mucho de esta estructura social. Y, para su mala suerte, se apoyaba en las tribus más cercanas y familiares como los “gadafi” o los “migrahi”. En cambio, los “warfalla”, aunque no privados del todo de la benevolencia de las autoridades, igualmente consideraban menoscabados sus intereses y se veían frecuentemente apartados de la distribución de los altos cargos administrativos y militares.
Puede que sea esta la razón por la cual varios de los jeques de esta tribu fueron los primeros en apoyar a las fuerzas opositoras. Con frecuencia se dan casos de enemistad secular entre tribus, y es una gran incógnita lo que ocurrirá en un futuro próximo: el retorno a la autonomía de la Cirenaica y la Tripolitania o el mantenimiento de una Libia unida.
Es muy poco probable que el Ejército libio sea capaz de proteger la unidad del país. Ya está dividido por la guerra civil. Parte de los militares están con la oposición, aunque muchos siguen defendiendo al coronel Gadafi. Y no se trata únicamente de los mercenarios que, por cierto, ya estaban al servicio del Ejército libio y no fueron contratados ex profeso por el conflicto. No obstante, aunque Muamar Gadafi se preocupó por equipar debidamente sus fuerzas armadas, el nivel de instrucción y fidelidad de los oficiales deja mucho que desear.
Bombardeo de la coalición contra fuerzas de Gadafi |
¿Qué unirá entonces a Libia? En teoría, es posible volver al guión de mediados del siglo XX, cuando las grandes potencias mundiales acordaron no permitir la desintegración de este país. Pero en este caso tendrán que intervenir en los asuntos internos de Libia y de esta manera decepcionar a la oposición local que, en lugar de un caudillo autoritario, recibirá un gobierno marioneta impuesto desde el exterior.
Hay otra opción que insinúa el arriba mencionado etnógrafo libio Faraj Abdulaziz Najam. El experto opina que todas las tribus y provincias de Libia “están unidas fuertemente por el Islam, religión que profesa hoy casi la totalidad de los libios”. De ahí se deduce que la clave para conservar la integridad de Libia es un poderoso partido islamista o una unión de varios partidos de este corte. Otra cuestión es si esta solución les gustará a los países de Occidente.
Para concluir, demostrar una vez más que estamos siendo testigo de otro acto de piratería internacional de los países de Occidente contra un estado y líder legítimo, para acaparar plenamente sus ricos recursos energéticos. La doble moral de la ONU y la llamada Comunidad Internacional, que día a día cuestiona aún más su legitimidad, al servicio siempre de los grandes intereses de las potencias capitalistas y de los Lobbys que amparan éstas, son capaces de dividir un país en mil pedazos como ya sucedió en los Balcanes, donde todo apunta que el interés que tenía occidente para abrir un "acueducto" para el paso de la droga desde el adriático, propició el apoyo a las absurdas tendencias separatistas que en su día auspiciaron también los nazis con croatas y bosnios. Occidente no cambia la máxima militar histórica de Divide y Vencerás.