Parece que han quedado atrás, por lo menos en países como España los reveses en derechos y justicia social que estamos sufriendo los obreros por parte de la plutocracia infame, en su afán de insuflar aire al enfermo que es este sistema capitalista y liberal. La pasada Huelga General del 29 de Septiembre en España, contra las salvajes reformas del gobierno insocial de Zapatero, ha demostrado ser poco más que una quimera y teatro por parte de los sindicatos “verticales” y financiados del gobierno.
La reacción obrera también dejó mucho que desear, una huelga convocada tarde y de un solo día. Una clase obrera dividida, aborregada y mansa, que para nada supo responder a la seria agresión que están sufriendo por parte de las clases oligarcas, demostrando un miedo y una ignorancia tan grandes que no cabe más escarmiento a su cobardía que el cruel sufrimiento que ya se cierne ante las terribles consecuencias de estas reformas. Es lógico en España, cuando el principal mal de este país son los españoles.
Aquí la suerte de todos nosotros ya esta echada, nuestras vidas ya son como naipes en las manos de los infrahumanos de la UE, FMI, Banco Mundial y demás embajadores del Mal en el Mundo. Sin embargo, desde Francia un clamor cada vez más fuerte se está haciendo oír, reavivando en la memoria aquel movimiento obrero que ya creíamos muerto desde hace años, y es que, como se decía en los célebres cómics de Asterix y Obélix, con los galos hemos topado.
El pueblo francés históricamente se ha forjado en la resistencia, una resistencia que enarbolaba el pendón de la pura supervivencia, y estaba fuera de “cruzadas” religiosas, y de servilismo a déspotas. Los galos fueron el pueblo más aguerrido al que se enfrentó el pueblo romano, hasta que Roma se ganó el corazón de las bases populares, cayendo caudillos y castas de nobles galos a los pies del Imperio. Las bases populares de Francia luchaban para librarse de los invasores ingleses, no por Francia, sino para defender su propia existencia ante los abusos de los ingleses.
Las clases más bajas fueron también las que enarbolaron las banderas revolucionarias en la fatídica Revolución Francesa, astutamente utilizadas por una burguesía que quería sustituir el derecho de Sangre por el derecho del dinero, y con demagogia populachera se ganaron los brazos y la sangre del pueblo para propiciar las bases de lo que hoy es un liberalismo económico opresor.
Desde Mayo del 68, en las calles francesas no se volvían a mezclar con tanta virulencia gritos de justicia y libertad con el olor puro de goma y gasolina ardiendo, y es que la situación lo requiere, en lo que está siendo un retroceso social en los derechos de la clase obrera sin precedentes. Las clases plutocráticas están llevando recortes con tal despotismo e impasibilidad que están haciendo temblar las ya débiles bases sociales en toda Europa. Los gobiernos, dirigidos por las demoníacas élites financieras y banca mundial y apoyada por la ralea empresarial hacen pagar a la castigada clase trabajadora sus derroches y opulencias del pasado. Recortes sociales, facilidades para el despido, precarización de las condiciones laborales, aumento de la edad de jubilación… Son derechos conseguidos con sudor y sangre en el pasado y que requieren ahora sudor y sangre para su defensa.
Los sindicatos y movimientos populares franceses están dando un ejemplo de valentía a todos los demás países europeos. Una consecución de huelgas generales en este año está haciendo temblar no sólo al gobierno de Sarkozy, sino a más de un gobierno occidental que teme que estas protestas puedan despertar a sus dormidas “ovejitas” en otros países.
La situación en estos últimos días en Francia podría decirse que parece pre-revolucionaria. El país ya ha soportado cuatro días consecutivos de huelgas por la impopular reforma del Gobierno al sistema de pensiones, lo que ha hecho disminuir el suministro de combustible, ha cancelado vuelos y ha reducido los servicios del ferrocarril.
Los sindicatos mantienen bloqueadas desde ayer las doce refinerías francesas en protesta por la propuesta del Gobierno de retrasar la edad de jubilación. Según fuentes oficiales, las reservas de queroseno del aeropuerto parisino de Roissy Charles de Gaulle sólo durarán hasta el martes próximo. En Orly, el otro gran aeropuerto de la capital, las reservas pueden durar algo más, precisó el portavoz.
Otras fuentes indicaron que los depósitos de los aeropuertos están bajo mínimos, por lo que la Dirección General de Aviación Civil (DGAC) recomendó a los vuelos procedentes del extranjero que traigan sus depósitos al máximo posible de capacidad para garantizar su retorno.
El oleoducto que aprovisiona de carburantes a los dos aeropuertos parisinos funciona de forma intermitente, por lo que no entran nuevas reservas.
Algunas aerolíneas, como Air France, han expresado su preocupación a la DGAC por la posible escasez de carburantes para sus aviones.
En las gasolineras también han comenzado a sentirse los efectos de la falta de combustibles y un centenar de ellas tuvo que cerrar por ese motivo ayer, en particular en el oeste del país.
Por otro lado, multitud de colectivos se están sumando a las protestas poniendo su grano de arena, y con ello acorralando más si cabe al gobierno, como está siendo el caso de colectivos de inmigrantes, transportistas que colapsan las rutas de acceso a las ciudades y a las refinerías. Maxime Dumont, líder de la sección de camiones del sindicato CFDT, dijo que los conductores podrían bloquear los depósitos de combustible, las refinerías y las bodegas de alimentos, cerrar los caminos o conducir lentamente por ellos.
Los estudiantes, un sector importante, están aumentado las protestas, ya convirtiéndose en violentas, lo cual preocupa al ejecutivo francés, ya que el pasado viernes la policía se vió desbordada en las reyertas donde detuvieron a decenas de estudiantes y varios policías resultaron heridos. Los estudiantes franceses una vez más ponen en evidencia a la ralea estudiantil y en general juventud española, con un porvenir tan negro, pero sorprendentemente tan despreocupada y desorganizada, que ve pasar su existencia entre botellones, rallas de coca y DJ Tiesto. Haciendo más evidente el atomismo social y el retraso mental de la sociedad española.
El pueblo francés está acostumbrado a revertir propuestas insociales del gobierno mediante revueltas callejeras. Esperamos que por su propio bien lo consigan para que esa luz que viene de los Elíseos nos ilumine y despierte al resto de los obreros europeos, para que podamos recoger el mugriento guante que los oligarcas nos han lanzado y a la vez darnos una lección de que los derechos se consiguen y defienden luchando y si es preciso matando y muriendo.
¡No parar hasta conquistar!
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