Interesante artículo sobre la transición-transacción española, extraído de Democracia Nacional. Próximamente la Parte 2.
La escritora izquierdista Naomi Klein
escribió hace unos años un libro muy interesante titulado “La doctrina
del shock: el auge del capitalismo del desastre”. La idea central del
libro es que las élites capitalistas mundialistas utilizan (y provocan)
cambios políticos, guerras, actos terroristas, incluso catástrofes
naturales para, aprovechando el momento de shock colectivo, introducir
reformas político-económicas que beneficien sus intereses.
La
autora habla de varios países: Chile y Argentina en los años 70, Brasil
o Bolivia más tarde, Indonesia, Polonia, China, Rusia, Iraq, Sudáfrica.
Por supuesto, la autora es víctima de sus prejuicios izquierdistas, ya
que olvida el shock brutal que
se les aplicó a los alemanes y a otros europeos en 1945 y, entrando en
el caso que nos interesa, la doctrina del shock que se le aplicó al
pueblo español durante la Transición, tras morir el general Franco en
1975.
Aunque empezó incluso
antes. Ya desde principios de los años 60 las élites político-económicas
mundiales empezaron a preparar la España que vendría después de Franco.
El primer paso se dio en 1962, con la celebración de lo que se conoció
en España como Contubernio de Munich, donde se reunieron una serie de
intelectuales españoles anti-franquistas. El Contubernio fue patrocinado
por el Congreso por la Libertad de la Cultura que, a su vez, había sido
organizado por la CIA. Ya en ese año 1962 empezaron a plantearse
cuestiones que luego fueron introducidas en la Constitución, como el
bipartidismo, las autonomías y el término “nacionalidades”.
En 1971, el presidente americano Richard Nixon
envía a España a Vernon Walters, diplomático de su confianza, para que
se entreviste con Franco, ver los planes que el General tenía para la
España que vendría después de él y asegurarse de que esos planes no
chocaban con los de Estados Unidos,
ya que España era clave en la estrategia americana en Europa y en el
Mediterráneo. Walters aconseja a Franco ir retirándose poco a poco para
dar paso al príncipe Juan Carlos y, sobre todo, que España sea un país
estable, con un esquema bipartidista, formado por un partido de
centro-derecha y otro de centro izquierda, ambos pro-americanos. Con
matices, Franco acepta el plan.
Pero
en junio de 1973, tras una serie de altercados universitarios, Franco
da marcha atrás y nombra presidente del gobierno a Carrero Blanco, lo
que supone un duro golpe para los intereses de Estados Unidos y del
príncipe Juan Carlos. Ya en
1971 la embajada norteamericana en España mandaba un informe a su país
en el que decía que “el mejor resultado que puede surgir de esta
situación es que Carrero Blanco desaparezca de escena”. El almirante
siempre había criticado los acuerdos de España con USA en 1953 y se
había opuesto a que los americanos usaran sus bases en España para
intervenir en la guerra árabe-israelí de 1973. Además, se oponía al
proyecto americano de implantar en España esta pseudo-democracia que nos
ha llevado al desastre. Incluso planeaba conseguir la bomba atómica
para España. Por todo esto, los analistas de la inteligencia americana
le definían como “anti-americano, ultra-católico, anti-masón y un
obstáculo para los intereses norteamericanos en España”. Tras una tensa
entrevista con el siniestro Henry Kissinger, Carrero fue asesinado por
ETA, atentado todavía no aclarado, con todas las evidencias de que los
etarras recibieron apoyos del exterior, en concreto de la CIA americana.
En 1974 tiene lugar en
Portugal la izquierdista Revolución de los Claveles, lo que hace sonar
las alarmas en los USA por miedo al contagio sobre España. Henry
Kissinger no se anduvo por las ramas y aconsejó un golpe militar en
Portugal. Desde Europa se oponen al plan y los franceses y alemanes
proponen crear en Portugal y España una serie de partidos de derecha e
izquierda que sean siempre leales a los intereses alemanes y americanos.
Para ello, se organiza en la localidad francesa de Suresnes un Congreso
que elevará al PSOE de Felipe Gonzalez al poder de la izquierda. Los
futuros partidos de derechas también recibieron apoyo americano, a
través de Alemania. Así fue como potencias extranjeras (la CIA
americana, con la colaboración de la República Federal Alemana)
organizaron el sistema bipartidista actual.
Kissinger a Carrero Blanco;”cuando España es importante, es peligrosa”
Por supuesto, americanos, franceses y alemanes no hacían esto por bondad humana ni por amor a la democracia,
sino para acabar con un molesto competidor. En menos de treinta años,
España había pasado de ser un país tercermundista a ser la novena
potencia industrial del mundo, la segunda potencia pesquera, la primera
productora de frutas y hortalizas de Europa, una potencia turística de
primer orden, con un gran y patriótico ejército que empezaba incluso a
pensar en tener la bomba atómica, una fuerte clase media y una población
que había pasado de 25 a 38 millones de habitantes en apenas una
generación. Y todo sin apenas deuda e impuestos. Una obra fantástica.
Treinta años más y hubiera sido una amenaza para muchos. De haber
seguido así, en treinta años más España hubiera sido una gran potencia
de 50 millones de habitantes, lo que habría sido una amenaza para la
hegemonía franco-alemana en Europa y para los intereses anglo-sionistas
en el Mediterráneo. El propio Vernon Walters lo dijo:”Una España hostil,
dueña del estrecho de Gibraltar, dificultaría en gran manera la
presencia de la VI Flota de los USA en el Mediterráneo y, en
consecuencia, el apoyo a Italia, Grecia, Turquía e Israel”. También
Kissinger le había dicho a Carrero que “España, cuando es importante, es
peligrosa”.
Eso fue, en
resumen, la Transición: la destrucción de España a manos de americanos y
franco-alemanes. Destrucción llevada a cabo por políticos españoles a
su servicio. Desde entonce, estos políticos, en temas de importancia
fundamental y básica (macro-económica, militar...) estarían siempre
subordinados a los intereses americanos y franco-alemanes. Es cierto que
desde los acuerdos USA-España de 1953 nuestro país estaba en parte
subordinado a los intereses americanos, pero en el contexto de la Guerra
Fría, y aún así España nunca entró en la OTAN ni reconoció a Israel ni
destruyó toda su soberanía, como hizo a partir de 1975.
En
1975, aprovechando el shock colectivo por el estado crítico de Franco,
los americanos lanzan la Marcha Verde marroquí contra el Sahara. En 1976
y tras engañar al ejército, el ya Rey Juan Carlos entrega el Sahara a
USA-Marruecos, lo que sería su bautismo de fuego y su prueba de lealtad a
sus amos americanos, a los que realizaría su primera visita tras ser
proclamado Rey. Más tarde se supo que Juan Carlos se comportó durante
toda la crisis del Sahara como un espía al servicio de los americanos, a
los que les pasaba información de todo lo que se discutía en el Consejo
de Ministros sobre el asunto. De esta forma, Marruecos y USA se
quedaron con los recursos minerales, pesqueros y petrolíferos de la
zona, mientras que el pueblo saharaui quedó abandonado a su suerte. A
cambio, al Rey se le aseguró silencio mediático ante sus “aventuras” y
se le permitió enriquecerse con todo tipo de negocios, destacando sus
comisiones en el negocio del petróleo, de la mano de sus amigos comunes
con los americanos: los sátrapas integristas islámicos saudíes. Desde
entonces, su mujer ha sido una invitada habitual a las reuniones del
Club Bilderberg, una de las entidades masónico-sionistas con más poder e
influencia en el mundo, sin que a los españoles se les explique nunca
jamás qué hace esta señora en ese tipo de reuniones.